Fue en esta subregión vitícola del Valle Central donde los conquistadores españoles plantaron las primeras vides del país, lo que convierte el Valle de Maipo en el lugar de origen del vino chileno.
Sus cerca de 12.000 hectáreas de viñedo se sitúan alrededor de la ciudad de Santiago, extendiéndose desde los Andes hasta la Cordillera de la Costa, sobre un lecho mayormente aluvional donde se benefician de un clima mediterráneo templado con veranos calurosos y secos e inviernos húmedos y fríos. Estas condiciones convierten el Valle del Maipo en un enclave privilegiado para la producción de vinos tintos complejos y bien estructurados como los de viñedos Veramonte.